Los Mitos Latinosóficos sobre el origen del mundo, han tenido distintas interpretaciones a lo largo de los años.
La idea central consistía en la concepción de las tres esferas.
De acuerdo con la tradición, este pueblo perdido o pueblo del futuro – según las diferentes teorías- se situaba en alguna parte de la región selvática tropical de América Latina.
Lo cierto es que el “origen del universo” era pensado como una primera esfera que contenía “la nada”.
Pero un día, esa gran esfera vacía, a causa del tiempo y de una infinita presión, sufrió una gigantesca explosión.
De ese colapso inicial, se formó una segunda esfera de color azul conformada por el cosmos (el sol, las estrellas, la luna, el planeta tierra) y “todo lo que existe”.
Como una argamasa con la cual los pueblos originarios construían a sus ídolos.
Entre esas dos esferas, una vacía (ahora de color amarillo por recibir la luz del sol) y la otra ocupada por el cosmos, había una tercera esfera imaginaria de color rojo, invisible pero posible.
De tal manera, que lo irreal se relacionaba con la nada y con lo real. Las tres esferas estaban interconectadas.
Los Mitos Latinosóficos, aludían a que todo lo que vemos o sentimos existe a partir de un relato que recibimos de un antepasado, pero que cada nueva generación debe recrear el mundo a través de la propia emoción.
Por ello, en esta vida no alcanza sólo con “ser” lo creado, sino que lo esencial es “estar en búsqueda” de algo más propio… más humano.
El Mito latinosófico, había puesto el foco en esa esfera roja imaginaria, como el nuevo mundo por descubrir, integrando la irrealidad al pensamiento humano, como una necesidad para el futuro del hombre.
Las leyendas hablan de una creación propia del mundo, a partir de la esencia de estar vivos en este aquí y ahora.
Este pueblo, establecido en lo profundo de América Latina, creía en una mediación afectiva entre lo irreal, la nada y la realidad, y desde allí proponía una mística, donde toda lógica perdía sentido.
Muchos historiadores han desestimado estas teorías como meras conjeturas de ficción, sin embargo, desde las antípodas de esta mitología fantástica, específicamente en las ciencias matemáticas, algunos estudiosos han creído hallar un paralelismo entre los mitos latinosóficos y las teorías de los conjuntos.
En primer lugar, advirtieron sobre la coincidencia del Mito mesoamericano, con la aparición, en ese entonces, de las teorías de Pitágoras sobre el cosmos, concibiendo al planeta tierra como una esfera.
Recuérdese que en esa época, el resto de las culturas (especialmente la hindú) consideraban al planeta como una superficie plana, hueca y apoyada sobre cuatro elefantes, que se movían sobre una tortuga marina en el medio del océano.
Conforme a esta postura, el Mito de las tres esferas podría explicarse gráficamente por la teoría de los conjuntos y los diagramas de Venn.
Los siguientes diagramas muestran la cantidad de regiones en que quedará dividido el Mito.
Entre los colores, se cuenta el fondo gris que no tiene en ninguna definición.
En resumen:
- A (Esfera amarilla) LA NADA.
- B (Esfera azul) LA REALIDAD.
- C (Esfera roja) LO IRREAL.
- A y B (Intersección verde) establece la relación entre la nada y la realidad: La Filosofía.
- B y C (Intersección violeta) la relación entre lo real y lo irreal: El Sueño.
- A y C (Intersección naranja claro) la relación entre la nada y lo irreal: Lo inexplorado.
- A, B y C (región naranja fuerte) la relación entre la nada, lo real y lo irreal: La Mediación Latinosófica.
Claro que estamos en presencia de diferentes teorías. Ninguna es aceptada absolutamente.
La otra discusión, es saber si se trata de un pueblo mesoamericano que ha existido realmente o si se trata de una predicción ancestral sobre un pueblo del futuro?
Lo que si podemos afirmar, es que el Mito Latinosófico propone la construcción de una irrealidad, una amplia franja entre la nada y lo real, donde todo puede ser más bello, a partir de una mediación fantástica.
A modo de ejemplo, el color turquesa del mar según el Mito, es un color cálido, pues ha sido creado por una mediación, entre la luz que refracta la nada y el azul del cosmos que se refleja en el océano.
Pero según la teoría de los conjuntos, el color que simboliza esa Mediación entre lo real, la nada y lo irreal, es la intersección color naranja oscuro.
Se da en el ocaso, el momento en que va desapareciendo la luz que ilumina lo real, y aparecen las sombras que crean figuras fantásticas, entre la puesta del sol y el advenimiento de la noche.
Es difícil saber el origen del Mito, ya que no se ha podido encontrar escritura pictográfica alguna. Todo lo conocido hasta aquí, está basado en la tradición oral.
Algunos investigadores han escrito que el embrión de esta creencia puede ser producto de la evolución cultural de los pueblos mesoamericanos, y el paulatino rechazo que estos empezaron a experimentar respecto de los sacrificios humanos rituales de los niños de la comunidad.
El proceso de afectividad, se habría extendido entre las nuevas generaciones dentro de su propia evolución, y ese primer rechazo visceral y secreto, se multiplicaría después de boca en boca transformándose, poco a poco, en una sólida red emocional.
La llegada del Imperio Español, suspendió ese proceso; pero se cree que otro camino hacia el mismo destino fue elegido a partir del mestizaje iberoamericano.